En abril de 2021 la revista Contact Lens & Anterior Eye (CLAE) de la British Contact Lens Association (BCLA) publicó un número especial que ya ha sido considerado por muchos profesionales de la visión, investigadores y amantes de las lentes de contacto en general como la Biblia de la contactología.
O, si somos más profanos, como Moby Dick, con permiso de Herman Melville. En este caso, sin embargo, el desenlace de Contact Lens Evidence Based Academic Reports no es apocalíptico, ni tampoco es tan trágico como el del pobre capitán Ahab (siento los spoilers). Por el contrario, aquel número 44 de la revista CLAE se ha convertido, en poco tiempo, en una carta de navegación con la que, si tenemos un poco de paciencia y un poco más de tiempo, podremos explorar los siete mares sin riesgo a naufragar.
Revisión de la nomenclatura en Contact Lens Evidence Based Academic Reports
En realidad son más de siete los mares, o mejor, los océanos, que nos ofrece gratuitamente (si bien íntegramente in English) CLAE. Como prólogo, antes de zarpar, se entretiene en una interesante y necesaria revisión de la nomenclatura. Así, las lentes rígidas permeables al gas (RGP) pasan a denominarse lentes rígidas corneales, desaparecen las distintas categorías en las que clasificaron las lentes esclerales (semi, mini, etc.), y los nombres propios de algunas estructuras anatómicas dan paso a nombres más descriptivos, de acuerdo con las recomendaciones del Federative Committee on Anatomical Terminology.
Por ejemplo, las membranas de Bowman y Descemet son ahora las membranas limitantes anterior y posterior, respectivamente. Igualmente, se centran las bases que marcarán la totalidad del Report y que garantizarán la práctica clínica basada en la evidencia, entendiendo como tal la intersección de la literatura científica más reciente y rigurosa, las preferencias y necesidades del paciente y la experiencia profesional y clínica del examinador.
Estructura de Contact Lens Evidence Based Academic Reports
Tras estas advertencias iniciales, el Pequod sale a mar abierto, despliega la totalidad del velamen y da inicio a la aventura. En lugar de una revista con artículos independientes, pues, nos encontramos con una estructura parecida a un libro de referencia, con capítulos muy bien definidos, intensamente entrelazados mediante referencias mutúas, y respaldados por listados bibliográficos de máxima actualidad, seleccionados críticamente para aportar la mayor evidencia científica (la jerarquía que ya hemos comentado en anteriores ocasiones: meta-análisis, revisiones sistemáticas, ensayos clínicos controlados y aleatorios, etc.).
Cada capítulo cuenta con un elenco de autores de primer nivel, los clásicos de la contactología internacional. Son 10 capítulos, con un promedio de unas 25 a 30 páginas (contando las referencias) por capítulo, por lo que deben entenderse más como una actualización que no como un compendio exhaustivo del conocimiento contactológico.
Es bien sabido que la ciencia, llegados a un cierto punto de especialización o de detalle, no avanza de manera lineal. No es blanco o negro. Muchas veces la balanza se inclina hacia un lado, más tarde hacia el lado opuesto, a medida que van apareciendo estudios que aportan evidencia a favor o en contra de una determinada hipótesis. Las distintas secciones del Report subrayan las zonas de incertidumbre, los aspectos controvertidos, aquéllos en los que no existe suficiente evidencia (recordemos que disponer de evidencia sobre la ausencia de un efecto no es lo mismo que no disponer de evidencia sobre la posible presencia o ausencia de ese efecto). Los autores no se avergüenzan al dibujar una serpiente marina o un kraken en el extremo de la carta de navegación, avisando de tierra incógnita, o tal vez de Here there be monsters.
Capítulos destacados en Contact Lens Evidence Based Academic Reports
Algunos de los capítulos más interesantes, y novedosos, son los referentes a las lentes esclerales, ortoqueratología y, principalmente, al uso médico o terapéutico de las lentes de contacto y a las tecnologías del futuro. Este último, capitaneado por el profesor Lyndon Jones de la University of Waterloo, más próximo a las páginas de Philip K. Dick que a las de Melville. Lentes para el diagnóstico y cribado de enfermedades sistémicas y oculares, a partir de la detección de biomarcadores en lágrima, lentes para el tratamiento de condiciones oculares, lentes de alta resistencia antimicrobiana, lentes con óptica avanzada para baja visión, lentes basadas en nanotecnología.
«Cada capítulo cuenta con un elenco de autores de primer nivel, los clásicos de la contactología internacional»
Pero incluso los capítulos más tradicionales, el dedicado a la anatomía y fisiología de la córnea y del segmento anterior, a la humectabilidad, cuidado y mantenimiento de las lentes de contacto, y su interacción con la película lagrimal, o el imprescindible sobre complicaciones asociadas a las lentes de contacto, aportan datos muy relevantes con impacto inmediato en la práctica clínica. Estos capítulos resuelven dudas y, como he mencionado antes, inclinan la balanza, en ocasiones, hacia el lado opuesto de lo que estábamos esperando. Lo que obliga a replantear algunas de nuestras decisiones, o por lo menos a examinarlas con un poco más de luz, a no funcionar por inercia. Me refiero, por ejemplo, a la actualización sobre ojo seco y película lagrimal, en la que los propios autores indican que su punto de partida es el Report DEWS II, publicado en 2017. Dando por sentado que el lector ya habrá revisado al detalle ese Report, se centran casi exclusivamente en los estudios aparecidos tras la publicación del DEWS II, algunos de ellos generando esas inclinaciones poco triviales de la balanza.
Conclusión
No nos encontramos, pues, ante un manual de cómo adaptar lentes de contacto. Para ello ya existen libros de excelente calidad. No saldremos, tras leer los capítulos de lentes esclerales o de ortoqueratología, con las herramientas necesarias para atacar estas adaptaciones más complejas. Pero si ya contamos con estas herramientas, si ya sabemos navegar e incluso nos atrevemos con alguna zona poco explorada del mapa para verificar si realmente hay dragones (o ballenas blancas, como el malogrado Ahab), entonces disfrutaremos de la lectura. Como siempre, con un buen lápiz para subrayar y un bloc para tomar notas, con paciencia, y a su tiempo.
Revisión a cargo de Genís Cardona
Profesor de la Facultat d’Òptica i Optometria de Terrassa
(Universitat Politècnica de Catalunya)
Este artículo se publicó originalmente en la revista Optimoda+ Octubre ¡No te la pierdas!