Seis ópticos optometristas realizaron revisiones visuales a cien personas sin recursos con las que trabajan diferentes programas de CaixaProinfancia en Santa Cruz de Tenerife. Setenta y cinco de ellas precisaban de corrección visual y recibirán sus nuevas gafas en el plazo de un mes.
Los seis ópticos voluntarios de Santa Cruz de Tenerife revisaron la vista de un centenar de personas en situación de vulnerabilidad a a finales de noviembre pasado. Esta acción fue la segunda en Canarias del proyecto Ver para Crecer y la número 36 en todo el territorio nacional.
Tras practicar las revisiones visuales, realizadas con los equipos cedidos por Vision for Life de Essilor, 75 personas precisaron de nuevos equipamientos correctores, bien por no haber usado nunca gafas o por llevarlas desactualizadas.
Después de elegir una montura de su agrado entre las donadas por Fundación Cione Ruta de la Luz, estas personas recibirán sus gafas nuevas en los siguientes 30 días.
Una vez más Ver para Crecer apoya la labor de CaixaProinfancia de la mano de Fundación Radio ECCA, una de las tres organizaciones que coordinan estos programas. Esta entidad trabaja con beneficiarios en riesgo de exclusión social en varios de los barrios más necesitados de la capital tinerfeña, a los que también ofrece ayuda en distintos ámbitos.
“Para los niños y niñas, las revisiones visuales, y las gafas para los que las necesitan, significan mucho. No ver bien la pizarra, implica un retraso académico. No seguir las clases con normalidad puede condicionar su futuro”, explica Idaira Peña, trabajadora social de Fundación Radio ECCA.
La colaboradora también dio importancia a la salud visual de los padres, ya que “priorizan sus recursos, atendiendo primero las necesidades de sus hijos e hijas. Y las gafas, para ellos, son de gran ayuda, por ejemplo, para buscar trabajo, leer cualquier documento, rellenar un impreso, o simplemente, conducir”.
Borja Castrillón fue uno de los profesionales de la salud visual que cooperó en la acción. El óptico detectó a lo largo de la jornada varios casos de miopía alta y de presbicia, así como el caso de una mujer de 45 años, con 3,75 dioptrías de astigmatismo sin corregir.
“Me decía que sufría de dolores de cabeza y mareos frecuentes. Obviamente su defecto visual era el que estaba detrás de esa dolencia. Al colocarle la gafa de prueba, se la quería llevar puesta. Es empleada de hogar, y estaba teniendo problemas en el trabajo”, señala Castrillón, ilusionado con su labor, y añade “Para mí, es una satisfacción entregar mi tiempo para que la gente vea mejor. Darle unas gafas a la gente es entregarles luz a las personas.”