La Organización Mundial de la Salud (OMS) advierte que hasta un 80% de las causas de discapacidad visual son prevenibles o curables. Un porcentaje altísimo del que se desprende la importancia de extremar el cuidado de nuestros ojos y de aprovechar la oportunidad que se nos brinda para conocer bien el funcionamiento de la visión y poner en práctica unos sencillos consejos para conservarla.
Con este objetivo, el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) difunde una nueva entrega de su campaña La Salud Visual en las distintas etapas de la vida, dedicada en esta ocasión a analizar las condiciones comunes de la salud visual en la edad adulta, entre los 18 y los 60 años.
Llevar una dieta equilibrada, no fumar, hacer ejercicio, utilizar gafas de sol de calidad, conocer el historial médico familiar por si hay alguna patología genética asociada a la salud ocular y visitar periódicamente a un profesional de la visión son las pautas básicas para preservar nuestra salud visual. Si no se aprecia ninguna anomalía, bastará con hacer una revisión cada 1-2 años, y ante cualquier duda o molestia, por leve que parezca, o si tenemos factores de riego por genética familiar, como diabetes, hipertensión, glaucoma, retinopatías o degeneraciones maculares, debemos visitar al médico de atención primaria, quien nos remitirá al especialista correspondiente.
el Colegio de Ópticos-Optometristas de Castilla y León (COOCYL) difunde una nueva entrega de su campaña La Salud Visual en las distintas etapas de la vida
El desarrollo del sistema visual alcanza su madurez antes de los 20 años y suele permanecer estable durante la treintena, exceptuando las alteraciones visuales que se pueden producir en las mujeres durante el embarazo.
Tal y como indica la vicedecana de COOCYL, Ana Belén Cisneros, “en estos años de juventud, la graduación de la vista se modifica muy poco, y solo hay que seguir las recomendaciones de tu óptico-optometrista para mantener controlados y corregidos los posibles defectos refractivos, sobre todo la miopía —cada vez más prevalente en estas edades—, la hipermetropía o el astigmatismo, para los que existen soluciones eficaces y científicamente avaladas, como gafas, lentillas o la ortoqueratología (Orto K), el único método que permite usar lentes de contacto especiales de uso nocturno para disfrutar de una buena visión durante el día”.
Embarazo
Durante el embarazo, es recomendable visitar al menos un par de veces al óptico-optometrista para comprobar que la salud visual sigue bajo control y abordar de la manera más rápida posible cualquier problema.
Lo normal es que se produzcan cambios fisiológicos relacionados con las hormonas, la inflamación o el aumento del volumen sanguíneo, como el cloasma (pigmentación en los párpados); la disminución de la secreción de lágrima, que puede dar lugar al ojo seco o intolerancia a las lentillas; o cambios en la graduación ocular, pero también puede haber trastornos hipertensivos o vasculares.
Durante el embarazo, es recomendable visitar al menos un par de veces al óptico-optometrista
Por el contrario, hay ciertas patologías oculares que mejoran en el embarazo, como el glaucoma, al darse naturalmente una disminución de la presión intraocular, y la uveítis, que suele mejorar por la producción de antiinflamatorios naturales.
Los defectos más prevalentes: miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia
La miopía es considerada por la OMS como una pandemia, y en España afecta ya a seis de cada diez jóvenes universitarios de entre 18 y 25 años, potenciada posiblemente por el mayor número de horas en visión de cerca, sobre todo por el uso de pantallas digitales.
No solo es importante que este defecto no se desarrolle, ya que en adultos es casi imposible evitarlo, sino que es muy relevante controlar que no alcance cuotas de riesgo.
Superados los 40 años, más del 60% de la población tiene un defecto refractivo, siendo el astigmatismo el de mayor prevalencia en adultos de cualquier edad a nivel mundial
Superados los 40 años, más del 60% de la población tiene un defecto refractivo, siendo el astigmatismo el de mayor prevalencia en adultos de cualquier edad a nivel mundial.
La hipermetropía también se manifiesta con mayor frecuencia de los 40 años en adelante, sobre todo en mujeres, y su prevalencia tiende a aumentar considerablemente de forma paralela al incremento de la edad. En la década de la cuarentena empieza a aparecer igualmente la presbicia o vista cansada, que supone una disminución gradual de la capacidad del ojo para enfocar objetos cercanos con precisión.
Fatiga visual
Los síntomas de fatiga visual, como ojos cansados, sensibilidad a la luz, sequedad y dolores de cabeza, suelen ser muy comunes si realizamos trabajos en visión cercana, como ocurre con un horario universitario típico o una jornada laboral en una oficina. En estos casos, debemos dejar descansar los ojos durante 20 segundos, mirando a cierta distancia, por ejemplo, a través de una ventana, cada 20 minutos.
El óptico-optometrista también nos puede aconsejar sobre ergonomía visual, un campo de la optometría que estudia la interacción del organismo, la visión y el entorno (mobiliario, iluminación, humedad del aire, posturas). Un entorno de estudio o trabajo mal diseñado con una iluminación inadecuada, asientos incómodos, ángulos de visión incorrectos y distancias de lectura erróneas pueden aumentar el estrés visual.
Anomalías binoculares
La visión binocular nos capacita para ver el mundo que nos rodea en tres dimensiones, porque cada ojo percibe una imagen distinta de cualquier objeto y se produce una fusión. Su disfunción genera síntomas variados, desde dolor de cabeza y visión borrosa a problemas en la lectura, y en general, provoca dificultades con la visión cercana.
Puede deberse a disfunciones acomodativas, que repercuten en la capacidad de los ojos para enfocar imágenes que están entre un punto lejano y uno próximo; a disfunciones no estrábicas, como insuficiencia o exceso de convergencia y divergencias; o a las disfunciones binoculares estrábicas (estrabismo), que supone una desviación ocular manifiesta de uno o ambos ojos.
Si bien no existe una cura en adultos para las disfunciones de la visión binocular, se pueden controlar con éxito para minimizar o eliminar los síntomas, utilizando prismas (montados en las gafas), lentes de contacto o ejercicios de entrenamiento orientados a la reeducación de nuestro sistema visual, que serán adaptados tras los resultados de un examen visual completo realizado por ópticos-optometristas.
El ojo seco afecta hasta al 20% de la población
Otra afección ocular frecuente en adultos es el ojo seco, con una prevalencia entre el 10% y el 20% de la población, debido, entre otros factores, a la exposición continuada a pantallas digitales; a causas hormonales, relacionadas, por ejemplo, con el embarazo o la menopausia; al envejecimiento (es más frecuente a partir de los 50 años); al uso inadecuado de lentes de contacto durante muchas horas diarias; a la toma de algunos medicamentos o a las condiciones climatológicas, sobre todo cuando hace mucho calor y poca humedad.
el ojo seco tiene una prevalencia entre el 10% y el 20% de la población
Para hacer frente a los molestos síntomas que provoca, como picor, sensación de arenilla, visión borrosa, inflamación de los párpados, sensación de sequedad, ojos rojos y hasta fotofobia, es fundamental mantener el ojo hidratado con el uso regular de una solución oftálmica sin conservantes, aunque en casos más graves habrá que personalizar el tratamiento con la ayuda profesional.
En definitiva, como concluye Ana Belén Cisneros, “la detección por parte de los ópticos-optometristas de defectos visuales y su control y seguimiento posterior podría facilitar una mejora de la salud visual de la población. Del mismo modo, el óptico puede ser el profesional sanitario que sospeche precozmente de una enfermedad ocular o sistémica a través de los exámenes rutinarios necesarios”.