En esta ocasión, tres ópticos-optometristas voluntarios de Ver para crecer, venidos de Toledo, Talavera y Los Yébenes revisaron la vista de 83 personas en riesgo de exclusión social, 38 de ellos niños.
La acción tuvo lugar precisamente en la delegación en Toledo de la ONG creada por el Padre Ángel. Los beneficiarios fueron determinados por los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Toledo, en coordinación con los de la propia ONG, y también llegaron desde los comedores solidarios que Mensajeros tiene en Recas, Villaseca de la Sagra y Mocejón.
Herminia Rosa, óptico-optometrista de Optica Trinidad (Talavera de la Reina), explicaba al término de la acción que los pacientes “realmente necesitaban las revisiones, puesto que la gran mayoría, incluidos los niños, no tenían corregidos sus defectos visuales por falta de recursos”.
VpC desplazó hasta el lugar una óptica itinerante en la que los voluntarios llevaron a cabo una revisión visual completa a cada persona. Prácticamente el 70 % de los pacientes necesitaba gafas. Con las recetas de las graduaciones, las ópticas solidarias de VpC montarán las gafas nuevas que serán entregadas de manera gratuita a quienes las necesitan. “Afortunadamente hemos podido corregir problemas difíciles de detectar, como por ejemplo el caso de un niño que veía bien con un ojo, pero muy poco con el otro, algo que había aprendido a compensar”, sigue Rosa. La cooperante aseguraba que en el caso de los niños, “no ver bien puede afectar decisivamente al rendimiento escolar”, al tiempo que destacaba que ayudar en la cercanía “es tan necesario, como gratificante”.
Dos de los tres miembros de la familia de H.S., que vive en Toledo desde hace una década, tienen problemas de visión. Su marido, que lleva dos años desempleado, no llevaba las gafas que necesita, mientras que “los profesores me han llamado para decirme que mi hijo no ve bien la pizarra, así que estas gafas seguro que van a mejorar su rendimiento escolar”, aseguraba la matriarca.
Para Pilar Vaquero, óptico-optometrista de Centro Europeo de Óptica (Toledo), la del viernes fue su primera experiencia en materia de voluntariado. “No puedo estar más feliz. He ayudado a gente que lo necesita y para mí, ha sido un placer. Nos hemos encontrado con casos de niños con graduaciones desactualizadas a los que sus familias no podían costearles unas nuevas, por lo que hablamos de iluminar su futuro, y eso no tiene precio. Está bien ayudar en países que lo necesitan, más que nosotros, seguro, pero no podemos olvidar a quienes viviendo tan cerca, tampoco pueden costearse unas gafas”, decía.
El Centro de Mensajeros de la Paz en Toledo mantiene abierto desde 2014 un banco solidario de alimentos, desde el que “entregamos comestibles no perecederos que permiten a las familias pasar el mes, al menos en lo que a alimentos básicos se refiere”, dice su responsable, Paco Pérez. Además, Mensajeros de la Paz mantiene un ropero solidario, que presta servicio a familias necesitadas de Toledo y alrededores dos veces por semana. El banco de alimentos atiende a 59 familias en total, 260 personas; y solo en 2015 benefició a un total de 3.600 personas.
Esta acción de salud visual ha sido una de las colaboraciones periódicas de Mensajeros con Ver Para Crecer, que anteriormente se ha llevado a cabo también en Madrid y León. “La acción es importante para todos los beneficiarios, pero especialmente para favorecer la igualdad de oportunidades entre los niños, apostando por su futuro. Si no ven la pizarra, decrece su atención, y es muy probable que dejen de estudiar”, valoraba Pérez.
Para Ana Isabel Iglesias, voluntaria de CO Los Yébenes, que ya colabora con otras iniciativas solidarias de la Fundación Cione Ruta de la Luz, era la primera vez que graduaba en una acción in situ. “Ha sido una experiencia magnífica. Un gran porcentaje de las personas revisadas necesitaba una corrección visual que, por distintos motivos, no llevaba, como una señora a quien hemos detectado una patología en ojo derecho, y que recibirá las gafas que hace tiempo necesita, o muchos cambios de graduación, tanto en niños como en adultos”, valoraba, destacando además la parte más humana de la profesión de óptico, puesto que “ayudamos a mejorar la calidad de vida de las personas”.