Éramos pocos y … ¡lo que faltaba!
Cuando los últimos estertores del asunto IVA daban a entender que una cierta tranquilidad se volvía a enseñorear de nuestro entorno ¡Zasca! El tema del nordeste estalla con toda virulencia.
Cuando el año pasado, por estas mismas fechas, me preguntaban por el 2017, yo, ¡pobre de mí! lanzaba el órdago de que iba a ser un gran año. Que, de verdad, se veían los brotes, sino verdes potentes vigorosos, musculados, sí el verde pistacho o el pantone 331 C (que es un verde muy clarito) pero verde, al fin y al cabo.
Pues ha sido que no.
El balance de este complicado, complejo, confuso, laberíntico y, finalmente, agotador 2017 no puede ser más desasosegante.
¿Qué nos deparará el 2018?
Ahora mismo ya no me atrevo a desenterrar mi bola y hacer vaticinios.
Pero sí me atrevo a pedir cosas. Por pedir que no quede.
Como cada año, le envío mi carta a los Reyes (o Presidentes de República, para que nadie se moleste) y les solicito:
Más cordura
Más empatía
Más inteligencia (¡Uf! ¡Qé difícil!)
Más sensibilidad
Más cultura
Menos prepotencia
Menos soberbia
Menos paro
Menos sueldos ridículos
Más competencia sana, basada en calidad y no en precio
Y ¡por fin una campaña que sensibilice a la sociedad de que hay que revisar la vista cada año!
Y en nombre de todo el equipo que hacemos esta publicación os deseamos ¡por fin! un gran año.
Que Dios o quien sea nos coja confesados.