El lector avezado notará que el título de este artículo de opinión no es original. Efectivamente, la idea la he tomado prestada de Winston Churchill, el carismático líder y primer ministro del Reino Unido durante la Segunda Guerra Mundial.
El mismo lector hallará otros conceptos similares tomados de personajes históricos y modernos, juntos pero no mezclados con aportaciones personales. Me disculpareis que no los cite a todos por razones de espacio.
Reconozco que no me gusta especialmente utilizar el recurso del símil bélico con la situación actual, pero es el referente más próximo que tenemos y la verdad es que funciona bastante bien.
Ejemplos de momentos difíciles a lo largo de la historia de la humanidad, incluidas varias pandemias, tenemos muchísimos, demasiados, pero es algo que forma parte de la vida misma y que también nos enseña cosas positivas como, por ejemplo; la capacidad de superación, de adaptación y de dar lo mejor de nosotros mismos, como sociedad y como individuos, en los momentos más difíciles.
Llamamiento al optimismo
Acepto que hacer un llamamiento al optimismo, en medio de la crisis sanitaria, social y económica más importante que nos ha tocado vivir puede parecer imprudente. Pero creo firmemente que en las crisis también surgen oportunidades y que nos guste o no, sólo tenemos el instante presente y el contexto actual para trabajar para mejorar la vida de las personas.
La responsabilidad de aprovechar dichas oportunidades depende, en gran medida, de nosotros mismos. El punto de partida es importante, sin duda, y evidentemente hay muchos factores incontrolables, pero debemos estar a la altura del reto que se nos presenta, por los demás y por nosotros mismos.
«Toca levantarse temprano y ponerse a trabajar, con sabiduría, esfuerzo, ambición, determinación, también con generosidad y solidaridad»
Punto de partida
Antes de empezar a trabajar en generar las causas y condiciones para salir reforzados de esta situación difícil, debemos tomar consciencia de dónde estamos.
La economía española ha entrado en recesión, con un espectacular retroceso del PIB interanual superior al 20%, la mayor caída de la serie histórica registrada por el INE desde 1970.
Prácticamente todos los sectores económicos se han visto afectados y especialmente duro está siendo para autónomos y pequeñas empresas de negocios vinculados a turismo y ocio, tan importantes en nuestro país.
Medidas como los ERTES o los ICO se deben valorar positivamente, pero mucho me temo que sólo hayamos comprado tiempo. Aprobar definitivamente un Régimen sancionador a la morosidad salvaría muchos negocios.
En aquellos casos en que sea tarde, un programa potente de segunda oportunidad ayudaría a muchos emprendedores a ponerse nuevamente al servicio de la sociedad.
Decía anteriormente que de las crisis también surgen oportunidades. La de la covid-19 ha acelerado la transformación digital y ha despertado una mayor consciencia de nuestras interdependencias, así como de la emergencia climática en la que estamos. Así que sectores enteros también se verán favorecidos.
En mi opinión no estamos condenados a la precariedad, estamos a tiempo de subirnos al tren del futuro que, por cierto, debería ser de cercanías y de mercancías con ancho europeo, no podemos permitirnos tirar más dinero en alta velocidad.
«Debemos encontrar mecanismos de transferencia tecnológica al sector privado más eficaces y promover la colaboración público-privada»
La gran transformación vendrá si apostamos por la educación (sin olvidar la Formación Profesional), la investigación, la ciencia, la innovación y la tecnología. Si fomentamos la creatividad, la excelencia, el esfuerzo y el emprendimiento en la escuela y en casa. Claro que también necesitamos buenos gestores de lo público, finanzas prudentes, perseguir el fraude fiscal y la corrupción.
El estado puede ser un gran aliado para fomentar la ciencia e innovación de primer nivel. También debemos encontrar mecanismos de transferencia tecnológica al sector privado más eficaces y promover la colaboración público-privada. Especialmente para las pymes.
En este sentido, los fondos europeos para la reconstrucción son una excelente oportunidad para iniciar los cambios hacia una economía más justa, sostenible y digitalizada. Pero también pueden ser una pesada carga si los malgastamos en proyectos sin un retorno claro y no generamos la capacidad para devolver dichas ayudas.
No son un regalo, los devolveremos con intereses, recortes y subidas de impuestos, pero bien usados pueden ser la palanca del cambio que muchos deseamos.