Quiero aclarar que para la elaboración del artículo no he usado para nada Inteligencia Artificial (IA). Con la aparición y el desarrollo de las nuevas tecnologías, tenemos como profesionales de la visión un gran reto y también un serio riesgo, del cual hemos de ser conscientes.
Las nuevas tecnologías nos han beneficiado mucho como profesionales de la visión, facilitando y mejorando nuestro trabajo, con instrumental y recursos que nos permiten atender con eficacia y fiabilidad a nuestros pacientes.
La innovación y los recursos más avanzados en óptica oftálmica y optometría han estado siempre presentes en nuestro sector, y por lo general, no escatimamos recursos económicos para adquirir medios para desarrollar nuestro trabajo. La inversión en equipamiento en ópticas supera tradicionalmente la inversión en otras profesiones sanitarias, mediante un gran esfuerzo y motivación.
Las revisiones online no equivalen a las visitas presenciales, puesto que la relación profesional-paciente en las primeras es distante, fría e impersonal. Independientemente de las distintas opiniones o posicionamientos al respecto, equiparar la eficacia de unas y otras o promoverlas como la gran solución universal para acceder a todo el mundo y presentarlo como estandarte de la mejor tecnología en optometría es, como mínimo, una falacia.
No perdamos de vista el bosque, aunque nos fijemos en un solo árbol.
En la relación profesional sanitario-paciente no podemos prescindir de la comunicación y la empatía, clave del éxito profesional y humano.
Hoy en día, es más que frecuente no saludar en el ascensor, no dar las gracias, no despedirse, no sonreír… El “sálvese-quien-pueda”, por desgracia, impera en todos los ámbitos. Como expertos en salud visual sólo nos falta enfriar y despersonalizar las relaciones con el paciente, mediante la refracción online, o la mal nombrada tele-optometría. Tras un trabajo individual y colectivo hemos creado vínculos con nuestros clientes y pacientes, que confían en nosotros. Ya no somos sólo expendedores, sino prescriptores. Menospreciar la relación profesional, en persona y en directo, con el paciente representa retroceder y perder un valioso marco de referencia imprescindible para atender optométricamente a nuestros pacientes y clientes.
“En la relación profesional sanitario-paciente no podemos prescindir de la comunicación y la empatía, clave del éxito profesional y humano”
En determinados casos, la comunicación online puede aportar ventajas, como por ejemplo, facilitando en un momento dado la comunicación interprofesional, o en consultas entre especialistas, por necesidad ante una epidemia, por falta de profesionales o controles puntuales en enfermos crónicos, siempre que no podamos recurrir a la visita presencial.
Es evidente que los beneficios de la visita presencial cara a cara con el paciente están fuera de toda duda, estando demostrado que el factor humano en vivo y en directo facilita la actuación y la mejora profesional. La proximidad en las relaciones humanas mejora la comunicación, y el paradigma de este concepto es el acto optométrico.
La empatía nos acerca a la persona que tenemos enfrente, de manera que nos permita sintonizar con cada una de ellas, respetando las creencias religiosas, culturales, de género, o la propia idiosincrasia de cada ser humano. La escucha activa redundará en una mejor calidad de atención con el paciente. Si el óptico optometrista es honesto, íntegro, compasivo, abierto y flexible, escuchará y vibrará con el paciente, facilitando todo el proceso profesional. El vínculo con el paciente, con los familiares y acompañantes si los hubiere, generará profesionalidad y confianza. La asertividad será clave para atender y poder solucionar las necesidades visuales del paciente, o si fuera conveniente, derivarlo a otro profesional.
Es curioso que no se ha planteado claramente en la tele refracción el papel del acompañante o acompañantes como receptores activos de la información proporcionada por el óptico optometrista. El papel de los padres, educadores, tutores, en el gabinete es destacable, pues tendrán que recibir información y, en muchos casos, ser parte activa en la solución del problema. Para pacientes con dificultades de comunicación, edad avanzada, menores, dependientes, con patologías que puedan afectan a su movilidad, el papel de los acompañantes será clave.
A través de una pantalla, la interacción disminuye y se despersonaliza la relación humana, apartando a los acompañantes del paciente y propiciando una intercomunicación deficitaria para y entre todos. Aún tenemos todos muchos clientes inmigrantes digitales y que, probablemente, no se encuentren cómodos hablando con una pantalla. Por otra parte, la preservación de la intimidad es un dato importante a considerar, junto con la confidencialidad y un trato digno. Un entorno profesional físico, lo más acogedor posible, limpio y ordenado, en silencio, donde el protagonista es la persona examinada, sería lo conveniente.
“La inteligencia emocional es nuestra capacidad para entender emociones y entender las emociones de los demás, y esto es fundamental para comunicarnos correctamente” explica el Dr. David Callejo, médico y divulgador, afirmando y confirmando que hay que situar al paciente como personaje principal y centro de todo lo que acontece en la consulta.
La visita presencial proporciona un entorno mucho más idóneo para la práctica de la inteligencia emocional, creándose un vínculo humano y profesional comparable al concepto tradicional de médico de cabecera. Respecto a la inteligencia artificial y los avances en las nuevas tecnologías, la inteligencia emocional sigue siendo una habilidad fundamental en la comunicación humana, por la capacidad de identificar y comprender las emociones propias y las ajenas.
Es complicado captar a través de una pantalla, observando parcialmente al paciente, las señales no verbales, la posición del cuerpo, las sutilezas emocionales y mucho más aún establecer una relación empática bidireccional. La falta de contacto real y con el paciente examinado puede dificultar la evaluación y la prescripción del tratamiento o derivación si fuera el caso.
La escucha activa lo es mucho más si es presencial. Esto es válido también para los familiares y/o acompañantes, especialmente en menores de edad, facilitando indiscutiblemente la comunicación y, por tanto, el éxito del examen visual.
Las habilidades comunicativas quedan eclipsadas por el formato online, donde la capacidad de entendimiento real, aunque usemos un lenguaje claro y entendible, se reduce ostensiblemente. En más de una ocasión, el optometrista se encuentra con limitaciones debidas a la edad, condición física, psicológica, cultural o idiomática, lo que complica todo. El manejo del lenguaje no verbal queda desnaturalizado por la pantalla, y los gestos, tonos, expresiones faciales y movimientos pueden producir efectos no deseados. Involucrar al paciente en todo el proceso del examen visual y la solución a sus necesidades visuales pasa por la visita física en el gabinete.
Los pacientes valoran mucho que los profesionales conozcan profundamente su especialidad y que les ayuden a encontrar soluciones para sus necesidades, como es evidente. Esta satisfacción aumenta notablemente cuando la comunicación es abierta, empática y personalizada, situando al paciente en el centro. Y no solo la satisfacción del paciente: los profesionales sanitarios que construyen buenas relaciones de comunicación con sus pacientes experimentan, ellos mismos, un mayor bienestar y satisfacción con su trabajo, y por tanto, mejores resultados.
No tiene sentido oponerse a los avances tecnológicos, puesto que la ciencia avanza con el objetivo de facilitar y mejorar la vida de las personas, y en general es así. Sin embargo, desde una perspectiva humana y emocional, urge promover la mejor calidad de atención al paciente, frente el examen on-line, de por sí limitado y poco o nada empático, y sin ninguna necesidad que lo justifique.
“La visita presencial proporciona un entorno mucho más idóneo para la práctica de la inteligencia emocional”
La refracción online, además de no acercarse para nada a un examen visual completo, deshumaniza y crea una distancia emocional afectiva entre el optometrista y el paciente.
Actuamos sobre personas, no sobre imágenes de personas. El acceso a un óptico optometrista es fácil y en nuestro país tenemos una más que adecuada oferta de profesionales para toda la población, por lo que aún es menos justificable la refracción online.
Por consiguiente, no es un tema de falta de profesionales, o de saturación de pacientes o listas de espera; en todo caso, la atención profesional online implica por si misma un descenso en la calidad de atención al paciente posiblemente associada a una futura precarización de la profesión. No tiene ningún sentido alejar la figura del optometrista del paciente, y más con el reconocimiento ganado a pulso paciente a paciente.
El Dr. Diego Bernardini introduce un término muy interesante, referido a la medicina familiar, pero que pienso que encaja perfectamente en nuestro ámbito. Bernardini se refiere al emocionómetro, algo que tendríamos que traer con nosotros siempre; la capacidad de entender al prójimo, como una entidad única, formada por cuerpo y alma.
El profesional sanitario debe ser pura emoción, puro entusiasmo, pura motivación para atender personas y mejorar su calidad de vida.
Por algo la palabra “clínica” proviene del verbo latino inclinare, refiriéndose a aquel que se inclina para escuchar, auscultar, tocar y hablar, reglas básicas de la clínica médica, y esencia propia de la optometría (optometría clínica).
La relación optometrista/paciente no deja de ser un encuentro entre dos personas que se comunican entre si, una con unas necesidades visuales y la otra como capaz de cubrir estas necesidades, solucionando problemas, dudas o inquietudes que puedan surgir en dicha relación. La visita presencial, construye y fortalece esta relación, sobre la base de la confianza mutua, facilitando la toma de decisiones, y la adopción de conductas beneficiosas por parte del paciente, más cercano y confiado.
En definitiva, se impone un uso racional y prudente de las nuevas tecnologías. Es muy interesante poder utilizar interconsultas on-line entre especialistas o simplemente intercambio de conocimientos, por las ventajas que ello conlleva cara al paciente, pero una revisión on-line no podrá comparar, ni mucho menos equiparar, a un examen visual presencial.
¿Creemos en la optometría clínica?
“Para adquirir conocimiento, uno debe estudiar; pero para adquirir sabiduría, uno debe observar” Marilyn vos Savant
Este artículo de opinión se publicó originalmente en la revista Optimoda correspondiente al primer semestre 2024.
Optimoda 217 Primer semestre 2024