Si nos paseamos por cualquier facultad donde se imparta el Grado de Óptica y Optometría en España, y posiblemente en muchas otras geografías, nos daremos cuenta fácilmente de que hay tres estudiantes chicas por cada estudiante chico.
Si luego vamos a visitarnos a una óptica, muy probablemente nos revise la visión una optometrista. Por el contrario, si ahora prestamos atención a los equipos de dirección de muchas de las empresas del sector, o incluso nos fijamos en la composición de algunas juntas de gobierno de colegios profesionales, veremos una distribución de género notablemente diferente.
Históricamente, en la investigación han predominado los hombres. Si intentamos recordar nombres históricos de científicas, del ámbito que sea, seguro que mencionaremos inmediatamente a Hipatia de Alejandría (astronomía, matemáticas), Marie Curie (radioactividad), Ada Lovelace (computación) o Rosalind Franklin (ADN), y luego tal vez tengamos que pensar un poco más.
Sobre Rosalind Franklin es muy recomendable el libro de James D. Watson La Doble Hélice, en el que se describe sin ningún tipo de reparo como negaron el protagonismo de Franklin en el descubrimiento de la estructura del ADN, que fue en mayor parte gracias a sus imágenes de cristalografía de Rayos X. Si ahora pensamos en científicos históricos famosos, llenaremos la página más rápidamente.
Sin duda, parte de las afirmaciones del párrafo anterior son fruto de mi ignorancia. Si buscamos en la Wikipedia nombres de científicas anteriores al siglo XX, también llenamos la página. Mi ignorancia es claramente un indicador de que las cosas se han hecho mal durante mucho tiempo, que durante mis años de enseñanza obligatoria me hablaron hasta la saciedad de Crick y Watson, pero nadie mencionó a Rosalind Franklin.
Sin embargo, actualmente quien es ignorante es porqué desea serlo, y desde aquí os animo a curiosear sobre la vida y descubrimientos de estas y otras científicas (y ya puestos, escritoras, pintoras, etc.).
Por suerte, si nos interesamos en los descubrimientos científicos más recientes, veremos que la disparidad de género histórica ha desaparecido o está en proceso de desaparecer, no sin esfuerzo, y no sin oposición de algunos sectores. El gráfico presentado en la Figura 1 sobre distribución de género en los Premios Nobel hace llorar los ojos, pero en 2023, 4 de los 6 premios fueron para mujeres.
No entraremos a elaborar las cuestiones históricas que dificultaron el acceso de las mujeres a la investigación científica. Y a su difusión, dado que no es descabellado sospechar que, en muchos hallazgos adjudicados a científicos, la contribución de la compañera anónima, tal vez clave para el descubrimiento, nunca se llegara a mencionar (¿contribuyó la física y matemática Mileva Marić, esposa de Einstein, a sus descubrimientos publicados en 1905?). Sencillamente nos alegraremos de que las cosas hayan cambiado.
Pero, ¿han cambiado lo suficiente?
Hace unos meses, Aitor Herrera, en su Trabajo Final de Máster, y yo mismo nos planteamos tomar una imagen del estado de las cosas en el ámbito que nos ocupa. Entre las muchas aproximaciones posibles, decidimos explorar la autoría de las publicaciones científicas aparecidas en 2011, y más tarde en 2021, en las cinco revistas de impacto que publican artículos sobre temas optométricos y de lentes de contacto: Optometry Vision Science, Ophthalmic Physiological Optics, Clinical Experimental Optometry, Contact Lens Anterior Eye y Eye & Contact Lens (Journal of Optometry aún no estaba indexada en el Journal Citation Reports). También nos fijamos en el género de los editores de estas revistas, y en el de su equipo editorial.
Para decidir el género empleamos la aplicación online genderize, que indica la probabilidad de que un cierto nombre corresponda a un hombre o a una mujer. Además, permite acotar esta búsqueda según la nacionalidad, para evitar ambigüedades (por ejemplo, el nombre catalán Joan en Inglaterra suelen llevarlo las mujeres).
Se debió descartar algunos nombres, muchos de ellos asiáticos, por falta de seguridad en la adjudicación de género. Y debimos partir de una premisa necesariamente limitada del concepto género, pero es obvio que no era practicable contactar con cada autor o autora y preguntarle.
«Hay ciclos de retroalimentación por romper para alcanzar una verdadera igualdad de género en la publicación científica.» – Genís Cardona
De cada artículo publicado por estas 5 revistas en 2011 (432 artículos) y en 2021 (613 artículos) listamos el nombre y nacionalidad del primer autor y del último. Suele ser tradición, aunque no esculpida en piedra, que el primer autor es el investigador o la investigadora que se ha currado el trabajo, y el último el jefe o jefa del grupo de investigación, del departamento, etc. Para entendernos, un o una VIP que muy posiblemente ha realizado una “cierta” labor de supervisión, habrá leído el artículo antes de enviarlo (esperemos) y habrá contribuido, principalmente, a asegurar la financiación para llevar a cabo la investigación (gracias a la cual se pagará la publicación del artículo).
De las 5 revistas que teníamos bajo la lupa, solo una de ellas (Eye & Contact Lens) tenía una mujer como editora en jefe, un resultado similar al encontrado por otros autores, que documentaron en 2021 que, de 410 revistas del ámbito médico, solo una de cada 5 contaba con una editora en jefe. En el equipo editorial de 3 de las 5 eran mayoría los hombres.
Por lo que hace referencia al género de los autores, en 2011 las primeras autoras eran un 40,1%, aumentando a 48,0% en 2021. Como autor VIP, en 2011 había un 32,7% de mujeres y en 2021 un 39,6%. Es decir, la situación realmente parece mejorar, si bien los hombres siguen predominando como autores VIP. Curiosamente, explorando combinaciones de género de primer y último autor vimos que, en 2021, la combinación principal fue hombre-hombre (34,6%), seguida de mujer-hombre (25,8%), mujer-mujer (22,1%) y hombre-mujer (17,5%).
El porcentaje de mujeres como primeras autoras en revistas de optometría pasó del 40,1% en 2011 al 48,0% en 2021
En otros ámbitos de las ciencias esta disparidad de género se pone de manifiesto en otro aspecto, que acarrea consecuencias indirectas que sirven para perpetuar la situación de disparidad. Así, se ha visto que hay una cierta tendencia a que los autores hombres citen más a autores hombres en sus artículos, que no a autores mujeres. Si los hombres publican algo más, y se citan más entre ellos, esto conduce a que las mujeres reciban menos citas en total de sus artículos, lo que repercute en algunas de las estadísticas bibliométricas (como el índice-h) que se tienen muy en cuenta en el momento de conceder plazas, asegurar contratos y financiación. Afortunadamente, esta disparidad en la citación no se observó en los artículos publicados en estas 5 revistas.
Como vemos, hay camino por recorrer para alcanzar una situación de no disparidad real, y hay muchos ciclos de retroalimentación por romper, lo que requiere cambios profundos en aspectos que van mucho más allá de la publicación científica (léase el final del primer párrafo). Dar a conocer e interesarse por estas y otras disparidades de género es un primer paso. Gracias por leer hasta aquí.
NOTA: El estudio comentado en este artículo fue publicado en la revista Ophthalmic and Physiological Optics en mayo 2024 (Figura 2): Cardona G, Herrera A. Gender distribution in publishing in five leading optometry journals. Ophthalmic Physiol Opt. 2024 May;44(3):634-640.
Este artículo se publicó originalmente en la revista Optimoda correspondiente al segundo semestre de 2024.