El color de las sonrisas

Queridos compañeros optometristas, al igual que vosotr@s soy un apasionado de la profesión, pero he de aceptar que hay algo que me hace saltar de mi silla y salir de viaje siempre que consigo alinear los astros (me picó el bicho de la aventura, de sentirme libre y con el viento en la cara).

Y sí, es verdad, viajo varios meses al año, porque me encanta y creo que en esta vida hemos de encaminar nuestra energía e inteligencia hacia lograr aquello que nos gusta hacer.

¿Cómo consigo salir de la empresa varios meses y dejar que funcione sin mi presencia?

Me ha costado unos años de ir puliendo el método y lo he conseguido; la clave está en crear un gran equipo y saber delegar en ellos (aquí podríamos hablar largo y tendido así que te invito a contactar si quieres saber más).

¿Cómo viajo sin gastar mucho dinero?

Desde el 2022 estoy dando la vuelta al mundo en moto y por etapas. El primer año durante cuatro meses, después en escapadas de dos meses. En el país donde termino la etapa busco un amigo motero y aparco la moto en su casa, luego regreso en avión, disfruto de la familia y trabajo un poquito, además escribo el libro con las aventuras. Como viajo solo lo que hago es contactar en portales digitales de viajeros y solicito alojamiento gratuito en casas locales que resultan una experiencia siempre positiva y muy enriquecedora; así me evito el hotel y restaurante, ellos ganan mi conversación y la fraternidad de ayudar a un viajero, es un Win-Win maravilloso.

¿Cómo ayudo a las personas durante los viajes?

Pues muy fácil, recojo gafas de los clientes y proveedores que colaboran en el proyecto, las selecciono y les pongo lentes de cerca de varias graduaciones, también gafas de sol sin graduar y las llevo en mi maleta, así me acerco a lugares recónditos donde tienen muy difícil el acceso a una óptica como son los pastores nómadas de las montañas de Turquía, Irán, Pakistán, India, Nepal, Tailandia, Malasia o Indonesia y no te puedes imaginar la cara que ponen cuando aparezco con las gafas y se las pruebo, enseguida surge la sonrisa y el susto se transforma en una invitación a tomar el té y probar el queso o la mantequilla recién hecho.optometrista solidario

“Recojo gafas de los clientes y proveedores que colaboran en el proyecto, las selecciono y les pongo lentes de cerca de varias graduaciones”

Las personas mayores de 50 años que ya no podían leer la fecha de caducidad del medicamento pasan ahora a poder hacerlo en segundos y, además, pueden pinchar la insulina con más precisión o limpiar de piedrecitas el plato de las lentejas antes de cocinarlas. Es una satisfacción maravillosa y me pagan en sonrisas, por eso el proyecto se llama El color de las sonrisas.

¿Qué dice mi mujer a todo esto?

Que me vaya y sea feliz, eso es amor. Además, Carmen gestiona las ópticas junto al equipo y lo hace de maravilla. ¡SÍ, SOY UN SUERTUDO!

Si quieres conocer más detalles sobre la aventura que me llevó desde Alcañiz a Katmandú en moto repartiendo 500 gafas puedes visitar esta web con información del libro que he publicado y que lo cuenta todo.


Este artículo se publicó originalmente en la revista Optimoda correspondiente al segundo semestre de 2024.

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