Hace pocas semanas éramos incapaces de imaginar siquiera en qué situación sanitaria y socioeconómica nos vemos inmersos hoy. Por conocida y evidente me abstengo de describir la situación general provocada por el coronavirus a nivel mundial. Ha caído sobre nosotros como un pedrisco en primavera, de forma imprevista y con tremendo destrozo.
Nuestro sector, el del óptico optometrista español, es una pequeña parcela sanitaria y empresarial dentro de un país medio-pequeño inmerso en un mundo afectado por la pandemia. Donde cada individuo y cada Estado mira desconcertado alrededor buscando soluciones ante la falta de antecedentes que nos guíen.
Cuando escribo este texto, nuestro sector como todos los sanitarios está considerados por el gobierno entre los esenciales. Sin embargo, la inmensa mayoría, por no decir la totalidad, de los establecimientos de óptica en nuestro país permanece cerrados por criterio de seguridad sanitaria ante el contagio. Excluyendo lógicamente las posibles urgencias. Obedece a decisiones individuales, atendiendo a recomendaciones de las organizaciones colegiales y empresariales.
¿Retrocederá la globalización con la consiguiente y deseable reindustrialización? ¿Habrá llegado el momento de dejar de ser el país con más establecimientos de ópticas por número de habitantes?
En estos momentos se ha solicitado a las autoridades que los establecimientos de óptica oftálmica dejen de ser considerados esenciales y pasen a cerrar obligatoriamente como el resto de los sectores. Esperemos que pronto el Ministerio sea sensible a esta petición.
Este hecho facilitará la tramitación de los necesarios ERTE´s. Vitales para la subsistencia en el futuro de todas las empresas, en especial de las pequeñas y medianas.
Nuestro sector tiene un tejido empresarial basado esencialmente en establecimientos abiertos al público, cuya inmensa mayoría emplea a uno o dos individuos -la media nacional ronda los 2,3 asalariados por establecimientos. Son pues pequeñas empresas donde el óptico/empresario suele tributar como autónomo.
Es imprescindible y de justicia que los empleados reciban sus salarios. Así todo, si no se obtiene con facilidad y rapidez los ERTE´s, a muchos ópticos pequeños empresarios les va a ser muy difícil subsistir.
Cadenas
Por supuesto existen Cadenas donde el caso es diferente y sus circunstancias se acercan más a la economía de la gran empresa. Más aun porque la mayor parte de ellas son conglomerados multinacionales y con verticalización.
Los Grupos de ópticas, sean de imagen o de compra, sufrirán esta crisis como las pequeñas empresas que son. Pienso que de sus centrales, donde buena parte de ellas son cooperativas, poca ayuda van a poder recibir. Algún retraso en pagos y poco más.
Es posible que las franquicias tengan más amplia posibilidad de protección de la matriz.
Las empresas mayoristas e importadoras merecerán un análisis posterior.
Todavía es imposible valorar el impacto económico que supondrá la actual crisis en nuestro sector. Debemos intentar que sea el menor posible.
Estamos aprendiendo
Si algo estamos aprendiendo de esta repentina crisis es que la situación cambia de forma vertiginosa. La de hoy nada tiene que ver con la de hace un mes. Pero lo más inquietante es que desconocemos como será la realidad de mañana.
Me gustaría pensar que durante las próximas semanas y la llegada del verano, las nuevas infecciones se minimizarán y aunque sea poco a poco la cuarentena será dulcificada y con lentitud regrese la normalidad.
Es un momento interesante para hacer prospectiva: ¿retrocederá la globalización con la consiguiente y deseable reindustrialización? ¿Habrá llegado el momento de dejar de ser el país con más establecimientos de ópticas por número de habitantes?, etc., etc.
En consecuencia, cómo tantas veces se ha dicho en la historia, esperemos lo mejor y preparémonos para lo peor.
Os deseo a todos, antes que nada salud. Y luego esperanza activa. De momento, todos en casa.
El sol volverá a lucir, seguro.