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“Estamos muy concienciados con la necesidad de proteger la piel de nuestros hijos de los rayos del sol, por lo que insistimos en aplicar crema protectora para evitar que los rayos ultravioletas y los rayos UVA puedan hacerles daño y provocarles quemaduras y a la larga algún mal mayor. Sin embargo, no nos damos cuenta de que esos mismos rayos solares también inciden de forma directa sobre los ojos y que los ojos de nuestros hijos son una zona sensible que debemos proteger. Por este motivo, al igual que los adultos usamos gafas para el sol, también debemos insistir para que nuestro hijo las utilice.

En concreto, los daños que produce la radiación UV en sus ojos son acumulativos e irreversibles, ya que los ojos de los niños no están completamente desarrollados todavía para filtrar adecuadamente los rayos UV. Entre los principales daños oculares que pueden sufrir se encuentran los melanomas oculares, la fotoqueratitis o las cataratas.

La única manera de proteger los ojos de los niños contra la radiación UV es el uso de gafas y lentes con filtros UV. Las funciones principales que deben cumplir este tipo de lentes son dos: impedir que lleguen al ojo las radiaciones dañinas y reducir la intensidad de las radiaciones visibles para evitar el deslumbramiento, logrando de este modo una visión nítida y cómoda. Por tanto, solo las gafas de sol adquiridas en establecimientos sanitarios de óptica bajo la prescripción del profesional óptico-optometrista garantizan la calidad de los filtros y la salud visual de quien las usa”, concluye Zoraida Marqués, especialista en salud visual de Essilor España.

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