La exposición a ruidos fuertes e intensos de forma prolongada en el tiempo, como los procedentes de la vida nocturna, la escucha de música con reproductores personales o el tráfico, constituye el principal factor de riesgo evitable de pérdida auditiva. Sin embargo, el 60% de la población no es consciente del riesgo al que expone a su audición y considera que no debería revisarla.
Es una de las conclusiones de un estudio realizado por Oticon, especialista tecnológico en el desarrollo de audífonos, que, con motivo del Día Internacional de Concienciación sobre el Ruido, que tiene lugar el próximo 26 de abril, recuerda la importancia de protegerse frente al ruido y ofrece las claves para no sufrir una pérdida auditiva como consecuencia de una exposición excesiva y prolongada al mismo.
En general, una intensidad sonora por encima de los 80 dB durante períodos superiores a 40 horas a la semana puede provocar pérdida auditiva. “El estar expuesto de forma prolongada a ruidos tan intensos puede ocasionar daño en las células ciliadas del oído interno y provocar una pérdida auditiva progresiva que puede llegar a ser irreversible”, afirma José Luis Blanco, jefe de audiología de Oticon.
Los ruidos más intensos a los que se expone la población a diario son los producidos en determinados entornos laborales y recreativos (discotecas, conciertos, escuchar música con auriculares, etc) y ambientales (tráfico, industria, etc.). Así, tanto la asistencia a conciertos como el ruido del tráfico son señalados como las situaciones sonoras que más riesgo conllevan para la audición, según las personas encuestadas que han participado en el estudio realizado por Oticon.
De hecho, según advierte la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 50% de los jóvenes entre 12 y 35 años que escuchan música a través de sus dispositivos de audio a volúmenes altos, corren el riesgo de sufrir alguna pérdida de la audición. Además, en el caso de las personas que acuden con frecuencia a lugares de entretenimiento, casi el 40% corre el riesgo de perder audición.
Por último, se calcula que cerca del 16% de los casos de pérdida auditiva en adultos son consecuencia de la exposición al ruido excesivo en el lugar de trabajo. En España, según el estudio de Oticon, el 50% de los jóvenes de 18 a 24 años y el 43% de los que tienen entre 25 y 34 se exponen a diario a ruidos fuertes.
En definitiva, “el ruido va dañando las estructuras de la cóclea de forma progresiva y cuanto mayor es la exposición, mayor será el efecto causado. Además de pérdida auditiva, también puede provocar acúfenos o pérdida auditiva oculta, que es lo que vemos en las personas más jóvenes debido a la creciente exposición al ruido que llamamos recreativo”, explica Blanco.
Claves para protegernos del ruido y no sufrir pérdida auditiva
El equipo de audiólogos de Oticon advierte de la importancia de la prevención de la pérdida auditiva y protección frente al ruido, destacando la necesidad de prestar atención a los indicios que pueden ayudar a identificar que un ruido es demasiado alto.
“Cuando tenemos que elevar la voz para hacernos entender en una conversación, cuando no oímos a alguien que está a media distancia o cuando presentamos un zumbido en los oídos o incluso dolor, puede ser señal de que estamos expuestos a ruidos excesivamente altos”, indica Blanco. Además, ofrecen las siguientes claves para protegernos del ruido y no sufrir pérdida auditiva:
Mantener el volumen bajo de los dispositivos: hay que ajustar el volumen de los móviles, reproductores de música de uso personal, auriculares, aplicaciones de videollamadas, etc. Se recomienda que no exceda de los 80 dB. Algunos dispositivos ya incluyen aplicaciones para gestionar de forma segura el volumen. Por último, es aconsejable ajustarse bien los auriculares e incluso que estos incorporen la cancelación de ruido, ya que reducen el ruido de fondo permitiendo escuchar los sonidos a volúmenes más bajos.
No permanecer demasiado tiempo en entornos ruidosos: tan importante es controlar el volumen como el tiempo de exposición, pues en determinados lugares de trabajo o en sitios de entretenimiento es clave. En este sentido, se pueden hacer descansos breves alejándose de las fuentes de sonido, ya que ayuda a las células ciliadas a recuperarse de la fatiga causada por la exposición y así reducir el riesgo de pérdida auditiva.
Prestar atención a las señales de alerta de pérdida auditiva: no escuchar bien la televisión, no entender las conversaciones grupales, tener dificultades para atender una conferencia, etc.; pueden ser indicios de pérdida auditiva por lo que conviene acudir a un profesional especializado en audición para que pueda evaluar la capacidad auditiva y dar con la solución más adecuada para cada caso.
Revisar la audición de forma periódica: es recomendable hacerse una revisión de la audición al menos una vez al año, sobre todo aquellas personas que se exponen a diario a ruidos fuertes por sus profesiones o que puedan ser más vulnerables a sufrir una pérdida auditiva.
Evitar la producción de ruido: cada persona produce a diario gran cantidad de ruido de manera innecesaria. Ante todo, se debe respetar el silencio de los demás, por lo que es una labor de todos el contribuir a reducir el ruido causante de la contaminación acústica: reducir la velocidad del tráfico, emplear electrodomésticos silenciosos, limitar el ruido en las horas de descanso, hablar sin gritar, etc.