Para… ¿Qué?

Para vender más, para fidelizar mejor, para mejorar la rentabilidad, para elevar la imagen, para reducir riesgos, para asegurar mejor el futuro, para… para… para…

¿Conocen la ratio o el cociente en los establecimientos de farmacia, entre lo facturado en productos con receta médica y los denominados “parafarmacia” y costes totales (fijos + variables)?
¿Saben que, por ejemplo, muchos recién licenciados en Farmacia instalan un establecimiento de parafarmacia y obtienen con ello una muy buena solución para su vida laboral?
¿Han observado que en muy céntricas farmacias del centro de Madrid resultan “asaltadas” por turistas asiáticos para comprar productos cosméticos, bajo el peso psicológico del prestigio que da una Cruz de Malta, o una Griega Verde o una Copa de Higia?

¿Por qué no, entonces,
una paraóptica?

¿Si en los establecimientos de farmacia venden, además de medicamentos, productos y artículos de nutrifarmacia, sanitarios, biocidas, dermo, ortopedia, ¡¡¡ óptica !!!!, infantiles, higiene corporal, etc., etc., por qué los nuestros de óptica, no pueden presentar una oferta más densa, más compleja, más diversa, que proporcione más tráfico, más rotación?
Cierto que los temibles stocks tanto de amplitud, de profundidad y de prestigio, aumentarían, pero creo que valdría la pena.
Si en estos últimos años, algunos, bastantes, muchos establecimientos de farmacia no han tirado la toalla, ha sido en muy buena medida a la facturación producida por la venta de preservativos hasta caramelos de eucalipto, desde champús anti caída hasta productos adelgazantes.
Y no creo que la “dignidad” deontológica de un colectivo, que se ufana de su bata blanca, se vea menoscabada por ofrecer, valorar, recomendar y finalmente vender, (con el lógico margen de beneficio) un determinado concentrado de zanahoria, que puede ayudar a su paciente/cliente, a mejorar su calidad de visión.
Me despido con mi frase fetiche “si no hay negocio, no hay óptica”.
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